En la decadencia del más pequeño local de las extrañas galerías
apuramos emocionados los minutos
y el ron de la última noche.
No hay tiempo que perder.
La mujer del bar es española por unas horas;
nos ayuda.
Los mecanismos de la piel se activan
mientras la música es cómplice de nuestras miradas
Crece un castillo de fuegos en mi estómago mientras bailo
Aprieto tu mano.
Oigo mi corazón.
Te siento.
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