lunes, 4 de agosto de 2008

New Age

En este preciso instante en que huelo el mar
que se precipita en la arena de mis sandalias
rojas,
recuerdo tantos veranos
que pasaban sin dejar caer la calima
y noches ausentes de lluvia de estrellas.
En aquellos veranos no cantaban las cigarras ,
no olían los pinos
y no sabía la sal en mi cuerpo
que no estaba tostado de arena y sol.
No se abrian las puertas al fresco de la noche,
no sonaba el jazz suave perdiéndose en el campo
en los veranos sin tertulias
derritiéndose lentamente al ritmo de los cubitos
del gin tónic.
Y ahora, que reclinamos las hamacas y olemos la menta
y agosto inunda mi casa,
recuerdo aquellos veranos
que vivía decadentes, interminables otoños,
siempre acechando el invierno

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